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por ti, Zarth Arn!
Lianna estaba p�lida, incr�dula.
 Pero, �por qu�? �Por qu� acusar a Zarth?
 Porque es la forma m�s eficaz de dividir el Imperio y dejarlo abierto al ataque de la
Nebulosa. Y hay otra razón que el propio Shorr Kan te explicar�.
La maldad del triunfo que se reflejaba en los ojos de Eldred hizo estallar la cólera de
Gordon.
Se lanzó hacia delante, sin hacer caso del grito de advertencia del sirio. Con una r�pida
contorsión de su cuerpo consiguió evitar el paralizador de cristal y su pu�o alcanzó la
mand�bula de Eldred.
Al caer Eldred de espaldas, Gordon se lanzó sobre �l como una pantera que ataca.
Pero el ca�do hab�a conseguido sacar su arma. Y antes de que Gordon pudiese conseguir
apartarla, el extremo de la varilla de cristal tocó el cuello de Gordon. Una corriente glacial
recorrió su cuerpo, como un rayo, y sintió que sus sentidos se desvanec�an r�pidamente.
Cuando por segunda vez Gordon recobró el conocimiento se encontró de nuevo
acostado sobre la litera. Esta vez el dolor que invad�a todo su cuerpo era m�s agudo. Y
esta vez Lianna estaba sentada a su lado con la ansiedad reflejada en sus ojos grises,
que se iluminaron al ver abrirse los suyos.
 Zarth, llevas m�s de un d�a sin sentidos. Empezaba a preocuparme.
 Estoy... bien  murmuró �l. Trató de incorporarse, pero las delicadas manos de la
muchacha lo obligaron a acostarse otra vez.
 No te muevas, Zarth. Debes descansar hasta que tus nervios se hayan repuesto del
electroshock.
Miró a trav�s del ventanillo. La vista de las relucientes estrellas no parec�a haber
cambiado. Pod�a ver la mancha negra de la Nebulosa que parec�a un poco mayor, entre
la lejana selva de soles.
Lianna siguió su mirada.
 Viajamos a una velocidad espantosa, pero necesitaremos todav�a algunos d�as para
llegar a la Nebulosa. Quiz� antes de alcanzarla encontremos alguna patrulla Imperial.
 No hay la menor esperanza, Lianna  susurró Gordon . Estamos en una nave que
pertenece al Imperio y pasar�a sin ser molestada. Y si Corbulo es realmente el jefe de
esta maquinación se habr� arreglado para que ninguna patrulla nos encuentre.
 He estado pensando y pensando en todo esto y todav�a me parece incre�ble.
�Corbulo un traidor!  exclamó Lianna  . �Me parece fant�stico! Y sin embargo...
Gordon no dudaba ya. Las pruebas eran demasiado elocuentes.
 El hombre es capaz de traicionar cualquier causa cuando la ambición lo domina, y
Corbulo es ambicioso  murmuró. Entonces se dio cuenta de una cosa y a�adió  : �Dios
m�o! Esto quiere decir que si la Liga ataca el Imperio, el comandante de las fuerzas del
Imperio sabotear� su defensa.
Se levantó dolorido de la litera pese a las protestas de Lianna.
 �Si por lo menos pudi�semos regresar a Throon como fuese! Esto pondr�a en todo
caso a Jhal en guardia...
 Temo que una vez seamos prisioneros de la Nebulosa no tengamos medios de
conseguirlo  murmuró melancólicamente la princesa moviendo su rubia cabecita . No
es probable que Shorr Kan nos deje marchar.
Durante las horas que siguieron, todos los detalles de la situación giraban
vertiginosamente en el cerebro de Gordon como un asombroso caos de factores
conocidos e ignorados.
Algunas cosas, sin embargo, se le aparec�an claramente. Todos los habitantes de
aquel universo estaban convencidos de que �l era el verdadero Zarth Arn, y por lo tanto
que conoc�a el secreto del disruptor, esta arma cient�fica misteriosa conocida sólo de Arn
Abbas y sus dos hijos.
�Esta era la razón por la cual Corbulo se hab�a arriesgado a preparar el complot que
ahora lo mandaba a �l y a Lianna prisioneros a la Nebulosa! Una vez Shorr Kan poseyese
esta arma misteriosa y secreta, no tendr�a ya nada que temer del Imperio, cuya flota
sideral era mandada por su propio esbirro. �Atacar�a en el acto!
El Markab segu�a avanzando con su zumbido. Cuando los timbres de la nave se�alaron
la noche de aquel "d�a" arbitrario, el aspecto del firmamento estrellado hab�a cambiado.
La nebulosa de Orión brillaba ahora con todo su tit�nico esplendor, lejos, hacia el este.
Frente a ellos, entre los m�s remotos soles de la V�a L�ctea, se ve�a la mancha
sombr�a de la Nebulosa, que ten�a ya unas dimensiones gigantescas y aparec�a m�s
claramente. Ni Thern Eldred ni ninguno de sus oficiales entraron en el camarote. No hubo
oportunidad de una segunda agresión, y despu�s de una vana y minuciosa inspección de
la estancia, Gordon tuvo que llegar a la desesperada conclusión de que no hab�a fuga
posible.
La inquietud por Lianna lo acongojaba cada vez m�s. Se reprochaba haberle permitido
acompa�arlo en aquel vuelo. Pero la muchacha no parec�a experimentar el menor temor.
 Zarth, por lo menos estaremos alg�n tiempo juntos. Acaso sea toda la felicidad que
nos espera.
Gordon sintió que sus brazos se tend�an instintivamente hacia ella y que sus manos
anhelaban acariciar su cabello, pero haciendo un gran esfuerzo se contuvo.
 Lianna, ser� mejor que duermas un poco  dijo con embarazo.
La muchacha lo miró fijamente con una sonrisa de extra�eza.
 �Por qu�, Zarth? �Qu� te ocurre?
Jam�s en toda su vida Gordon hab�a sentido un deseo m�s imperativo que el que
ahora experimentaba de estrecharla entre sus brazos; pero hacerlo hubiera sido una
villana traición. Traición a Zarth Arn, que le hab�a confiado su cuerpo, su vida, confiando
en su pala bra. S�, y traición contra Lianna tambi�n, porque si hubiese podido volver al
laboratorio de Tierra hubiera sido el verdadero Zarth Arn y no �l quien volver�a a ella... y el
verdadero Zarth Arn amaba a Murn, no a Lianna. "Esto no ocurrir� nunca  susurraba
una sutil voz tentadora en la mente de Gordon  . Ni t� ni ella saldr�is jam�s de la
Nebulosa. �Aprovecha la felicidad que se te ofrece mientras est� al alcance de tu mano!"
Gordon luchaba denodadamente contra esta voz tentadora. Con voz hosca se dirigió a
la muchacha:
 Lianna, ser� necesario que olvidemos toda conversación sobre amor.
La muchacha pareció quedar como paralizada por la sorpresa, la incredulidad.
 �Pero, Zarth, esta ma�ana, en Throon me has dicho que me amabas! [ Pobierz całość w formacie PDF ]

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