X


[ Pobierz całość w formacie PDF ]

sangrar. No puede haber virtud sin gallard�a; no la demuestra quien
esquiva con temblorosos alejamientos la batalla por tantos a�os ofreci-
da a su dignidad. Ese acoquinamiento no es, por cierto, el cl�sico valor
gauchesco de los coroneles americanos; ni se parece al -esto del león
agazapado para pegar mejor el salto. Ellos vagamundean con el "don
de espera del batracio oportunista", de que habla Ramos Mej�a. El
hombre digno puede enmudecer cuando recibe una herida, temiendo
acaso que su desd�n exceda a la ofensa; pero llega su sentencia, y llega
en estilo nunca usado para adular ni para pedir, m�s hiriente que cien
espadas. Cada verbo es una flecha cuyo alcance finca en la elasticidad
170
Este documento ha sido descargado de
http://www.educ.ar
www.elaleph.com
El hombre mediocre donde los libros son gratis
del arco: la tensión moral de la dignidad. Y el tiempo no borra una
s�laba de lo que as� se habla.
Los arquetipos suelen interrumpir sus humillados silencios con
innocuas pirotecnias verbales; de tarde en tarde los cómplices pregonan
alguna misteriosa lucubración tar-tamudeada, o no, ante asambleas que
ciertamente no la escucharon. Ellos no atinan a sostener la reputación
con que los exornan: desertan el Parlamento el d�a mismo en que los
eligen, como si temieran ponerse en descubierto y comprometer a los
empresarios de su fama.
Compl�tase la inflazón de estos aerostatos confi�ndoles subalter-
nas diplomacias de festival, en cuya aparatosidad suntuaria pavonean
sus huecas vanidades. Sus cómplices adiv�nanles alg�n talento diplo-
m�tico o perspicacia internacionalista, hasta complicarles en lustrosas
canonj�as donde se apagan en tibias penumbras, junto al resplandecer
de sus colaboradores m�s antiguos. Nunca desalentadas, las oligarqu�as
siguen mimando a estos engendros, con la esperanza de que acertar�n
un golpe en el clavo despu�s de afirmar cien en la herradura. Ungidos
emisarios ante una nación hermana, su casu�stica de sacrist�a envenena
hondos afectos, como si por arte de encantamiento germinaran ciza�as
inextinguibles en los corazones de los pueblos.
Archiveros y papelistas se confabulan para encelar el fervor de
los ingenuos y captar la confianza de los rutinarios. Plutarquillos bien
rentados transforman en miel su ac�bar, quintaesenciando en alabanzas
sus vinagres m�s crónicos, como si hipotecaran su ingenio descontando
prebendas futuras. Rellenan con vanos artilugios la oquedad del tonto,
sin sospechar la insuficiencia de la tramoya. Ni el pavo parece �guila ni
corcel la nula: se les reconoce al pasar, viendo su moco er�ctil u oyen-
do el chacoloteo de su herradura.
Su gravitación negativa seduce a los caracteres domesticados: no
piensan, no roban, no oprimen, no sue�an, no asesinan, no faltan a
misa, �qu� m�s? Cuando las facciones forjan al F�nix, lo encumbran
como su s�mbolo perfecto. Poseen cosm�ticos para sus fisonom�as
arrugadas: la grand�locua rancidez de programas a cuyo pie buscar�ase
171
Este documento ha sido descargado de
http://www.educ.ar
www.elaleph.com
Jos� Ingenieros donde los libros son gratis
de inmediato la firma de Bertoldo, si los vastos soponcios no traslucie-
ran prudentes reticencias de Tartufo. Es preferible que est�n cuajados
de vulgaridades y escritos en p�simo estilo; gustan m�s a la clientela.
Un programa abstracto es perfecto: parece idealista y no lastima las
ideas que cree tener cada cómplice. De cada cien, noventa y nueve
mienten lo mismo: la grandeza del pa�s, los sagrados principios demo-
cr�ticos, los intereses del pueblo, los derechos del ciudadano, la mora-
lidad administrativa. Todo ello, si no es desverg�enza consuetudinaria,
resulta de una tonter�a enternecedora: simula decir mucho y no signifi-
ca nada. El miedo a las ideas concretas oc�ltase bajo el antifaz de las
vaguedades c�vicas.
No se averg�enzan de escalar el poder a horcajadas sobre la ig-
nominia. Obtemperan a toda villan�a que converja a su objeto: cuando
hablan de civismo su aliento apesta al pantano originario. Su moral
encubre el vicio, por el simple hecho de usufructuarlo. Empujados por
torcidos caminos, siguen sembrando en los mismos surcos. Para apro-
vechar a los indignos han tenido que humill�rseles mansamente; los
honores que no se conquistan hay que pagarlos con abajamientos. "No
puede ser virtuoso el engendrado en un vientre impuro", dicen las
Escrituras; los que se encumbran cerrando los ojos e implic�ndose en
ma�as de estercolero, sufriendo los manoseos de los majagranzas,
minti�ndose a s� mismos para hartar la acucia de toda una vida, no
pueden redimirse del pecado original aunque, Faustos insubordinados,
pretendan escapar al maleficio de sus Mefistófeles.
El pueblo los ignora; est� separado de ellos por el celo de las fac-
ciones. Para prevenirse de achaques indiscretos retr�ense de la circula-
ción: como si de cerca no resistieran al cateo elle los curiosos.
Manti�nense ajenos a todo estremecimiento de raza. En ciertas horas
las turbas pueden ser sus cómplices: el pueblo nunca. No podr�a serlo;
en las mediocracias desaparece. Dir�ase que consiente porque no exis-
te, substituido por cohortes que medran.
Depositarios del alma de las naciones, los pueblos son entidades
espirituales inconfundibles con los partidos. No basta ser multitud para
ser pueblo: no lo ser�a la unanimidad de los servilos.
172
Este documento ha sido descargado de
http://www.educ.ar
www.elaleph.com
El hombre mediocre donde los libros son gratis
El pueblo encarna la conciencia misma de los destinos futuros de
una nación o de una raza. Aparece en los pa�ses que un ideal convierte
en naciones y reside en la convergencia moral de los que sienten la
patria m�s alta que las oligarqu�as y las sectas. El pueblo -ant�tesis de
todos los partidos- no se cuenta por n�meros. Est� donde un solo hom-
bre no se complica en el abellacamiento com�n; frente a las huestes [ Pobierz całość w formacie PDF ]

  • zanotowane.pl
  • doc.pisz.pl
  • pdf.pisz.pl
  • drakonia.opx.pl
  • Drogi uĚźytkowniku!

    W trosce o komfort korzystania z naszego serwisu chcemy dostarczać Ci coraz lepsze usługi. By móc to robić prosimy, abyś wyraził zgodę na dopasowanie treści marketingowych do Twoich zachowań w serwisie. Zgoda ta pozwoli nam częściowo finansować rozwój świadczonych usług.

    Pamiętaj, że dbamy o Twoją prywatność. Nie zwiększamy zakresu naszych uprawnień bez Twojej zgody. Zadbamy również o bezpieczeństwo Twoich danych. Wyrażoną zgodę możesz cofnąć w każdej chwili.

     Tak, zgadzam się na nadanie mi "cookie" i korzystanie z danych przez Administratora Serwisu i jego partnerĂłw w celu dopasowania treści do moich potrzeb. Przeczytałem(am) Politykę prywatności. Rozumiem ją i akceptuję.

     Tak, zgadzam się na przetwarzanie moich danych osobowych przez Administratora Serwisu i jego partnerĂłw w celu personalizowania wyświetlanych mi reklam i dostosowania do mnie prezentowanych treści marketingowych. Przeczytałem(am) Politykę prywatności. Rozumiem ją i akceptuję.

    Wyrażenie powyższych zgód jest dobrowolne i możesz je w dowolnym momencie wycofać poprzez opcję: "Twoje zgody", dostępnej w prawym, dolnym rogu strony lub poprzez usunięcie "cookies" w swojej przeglądarce dla powyżej strony, z tym, że wycofanie zgody nie będzie miało wpływu na zgodność z prawem przetwarzania na podstawie zgody, przed jej wycofaniem.