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determinada medida progresivo, de individualización, que  curte al homo economicus (al hombre
 económico ), libre de formas de dependencia patriarcales, comunales, de clan, burocr�ticas (corporativas,
hoy en d�a), del seudo-colectivismo corporativo (ahora esta dependencia, idealizando, en ocasiones intentan
representarla como un reto�o del socialismo), etc. Y mientras tanto, la individualización es una premisa
necesaria de la liberación positiva del hombre, de su participación consciente en la creación histórica como
personalidad y no como un  tornillo en el mecanismo de las  masas conducidas por los l�deres.
El mundo de la enajenación en el imperio Ruso, despu�s en la URSS y ahora de nuevo en Rusia,
siempre estuvo construido, de una u otra forma, sobre la base de la opresión totalitaria por la burocracia no
solamente de la libertad personal, sino tambi�n de las formas de auto-organización de los trabajadores, de los
ciudadanos. En nuestro pa�s, a pesar de todo, no se conformaron las clases  normales de la sociedad
burguesa que son ahora caracter�sticas incluso para muchos pa�ses en desarrollo. La autoconciencia de clase
de los trabajadores, que no llegaron a constituirse del todo en una clase de trabajadores asalariados, no se
elevó (con unas relativamente pocas excepciones) incluso hasta el nivel de la defensa organizada de sus
intereses económicos (el despojo de los trabajadores por los poderes a comienzos de los a�os 90 no generó
incluso huelgas de cierta escala). En Rusia est�n ausentes los sindicatos de masas realmente fuertes y otras
formas de auto-organización de los trabajadores asalariados; son extremadamente d�biles los movimientos
democr�ticos de masas (para pa�ses con un nivel tal socio-cultural y con tal profundidad de problemas
ecológicos, de las mujeres, de la juventud, etc.).
En tercer lugar, el contexto internacional de las perspectivas socialistas en Rusia es tambi�n
extremadamente contradictorio.
La destrucción de la URSS no condujo a la solución, sino a la profundización de las contradicciones
�nter-naciones, pues fue destruida no tanto la forma burocr�tica del  centro (la misma sólo se multiplicó,
desplaz�ndose a las antiguas rep�blicas), sino la real integración económica, personal, cultural, de los
pueblos de nuestra Patria. Todo esto generó un poderoso proceso inverso: la aspiración de distintas capas de
la sociedad (ante todo los trabajadores) hacia la unidad del pa�s.
Teniendo en cuenta la tradición de solidaridad internacional (y la misma, siendo burocr�ticamente
falsa en la forma, ten�a ra�ces reales por debajo) pod�a esperarse un poderoso brote de internacionalismo en
los antiguos pa�ses de la URSS. Sin embargo, la aspiración a la integración, debido a las particularidades
históricas y sociales del pa�s bosquejadas m�s arriba, a la especificidad de las transformaciones (el dominio
de las formas corporativo-burocr�ticas de la expansión capitalista, junto al caos y la desorganización)
condujeron a que las bases del internacionalismo se deformaran hacia una forma perversa de tendencias al
poder�o. En �stas �ltimas, la necesidad objetiva de la re-integración de los pueblos de la Unión se transformó
en una tendencia subjetiva (pero que tiene bases reales) al renacimiento del poder burocr�tico, llamado a
restaurar el orden, a hacer regresar el status geopol�tico ido de gran potencia y a cuenta de ello resolver los
problemas internos.
Esta tendencia tiene tambi�n significativas bases en la geopol�tica de las potencias capitalistas
l�deres ( el nuevo desorden mundial ), y tambi�n en la ideolog�a y la pr�ctica de las reformas supuestamente
liberales dentro del pa�s. Tanto una cosa como la otra condujeron a la degradación de un pa�s en alg�n
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momento realmente poderoso, al desarrollo de un tipo dependiente de capitalismo, al desencadenamiento en
Rusia de un proceso de  tercermundialización (la transformación en un pa�s del tercer mundo). Esta
negativa influencia del capital corporativo internacional (su s�mbolo en Rusia se tornaron el FMI y los E.U.)
no fue contrarrestada por ning�n apoyo internacional en algo significativo a las tendencias socialistas en
Rusia por parte de las fuerzas democr�ticas de izquierda de otros pa�ses (lo que puede ser perfectamente
comprendido: su crisis interna era igualmente profunda).
El resultado es que el ambivalente proceso  que tiene lugar en el mundo contempor�neo- de lucha
nacional-liberadora tomó en Rusia formas principalmente perversas de poder�o. La superación,
objetivamente indefectible, de la  cortina de hierro se convirtió para nosotros en la amenaza de permanecer
en la trampa del tipo rezagante de desarrollo. Y ello en un pa�s con un poderoso potencial (en el �mbito de
las altas tecnolog�as, de la educación, de la ciencia, de la cultura), con una integración internacional
igualitaria, con tradiciones de internacionalismo, con un pasado del pa�s que fuera una fuerza principal que
se contrapuso (aunque fuera en formas irracionales) a la hegemon�a del capital mundial en las relaciones
internacionales y en el �mbito de una serie de problemas globales (la guerra y la paz, ante todo).
No es dif�cil suponer que mientras la atmósfera que incide sobre Rusia, que no sólo es la vigente
sino tambi�n la absolutamente dominante internacionalmente, sea la del  nuevo desorden mundial como
forma contempor�nea de hegemon�a del capital, nuestro pa�s permanecer� ante la elección entre un curso
hacia la el  poder�o o hacia la  tercermundialización . El tercer camino, hacia el modelo ya descrito m�s
arriba de una integración en la comunidad mundial sobre la base de la igualdad y el internacionalismo,
permanecer� no m�s que como una tendencia mientras el socialismo como proceso internacional no salga de
la crisis, mientras no se tornen reales los pasos hacia el socialismo en una serie de pa�ses l�deres, mientras no
comience una nueva ola de reformas y de socialización en los pa�ses desarrollados, etc.
En cuarto lugar, las condiciones pol�ticas e ideológicas del movimiento comunista y socialista en
Rusia son tambi�n extraordinariamente contradictorias.
En un polo est�n las simpat�as tradicionales hacia los partidos pol�ticos con etiqueta comunista (el
Partido Comunista de la Federación Rusa  PCFR- es el mayor del pa�s) de una parte significativa (cuidado
no un tercio) de los trabajadores, empobrecidos por la crisis; una poderosa nostalgia cultural y de ideas por el
modo de vida, la cultura, etc. sovi�ticas.
Pero existe tambi�n otro polo. El principal aval del PCFR y de sus aliados  la nostalgia por el
 socialismo - es capaz de ayudar en la protesta contra las actuales formas de poder del capital de la
nomenclatura y mafioso, pero es en extremo poco �til para la creación real, desde abajo, de una sociedad;
pues est� vinculado, principalmente, con la esperanza conformista en la solución de todos los problemas
desde arriba por una elite paternalista (pero no por una c�nico-burguesa, como al principio de los 90).
Solamente un movimiento socialista-democr�tico (una alianza), construida sobre los principios de libre
asociación, sobre bases de auto-organización, puede revivir las cada vez m�s extinguidas tradiciones de un
colectivismo y un entusiasmo reales del pasado. Mientras tanto, las organizaciones de los trabajadores que
crecen desde abajo en el pa�s son extremadamente pocas. La �nica fuerza pol�tica real  el PCFR- reproduce
las tradiciones b�sicas del PCUS con su aparato burocr�tico, del cu�l salió el 90% de sus miembros y casi
toda su dirección.
�Cómo pueden ser resueltas en un futuro próximo, precisamente estas profund�simas
contradicciones, caracter�sticas de las condiciones del movimiento socialista en Rusia? Por lo visto, el
pronóstico m�s probable sea poco optimista: en el mejor de los casos ser�n congeladas.
En nuestras circunstancias espec�ficas (circunstancias de la tercera etapa de la g�nesis del socialismo [ Pobierz całość w formacie PDF ]

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