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ndice negativo.
Se calló, y yo hice lo mismo; de nuevo necesitaba tiempo para poner en orden mis
pensamientos. Por favor, comprndanme... es fcil sentirse libre cuando uno ha sido
educado en la libertad; no es fcil de otro modo. Un tigre de un zoo, si se escapa, a
menudo volver por su propio pie a la paz y seguridad de sus barrotes. Si no puede
volver, pueden estar seguros de que pasear arriba y abajo dentro de los lmites de los
barrotes de la jaula que ya no est a su alrededor. Supongo que yo tambin estaba
paseando arriba y abajo por la jaula imaginaria de mis esquemas condicionados.
La mente humana es una cosa tremendamente compleja; hay en ella compartimientos
que ni su propio dueo sospecha. Yo crea que haba conseguido limpiar mi mente de
todas las sucias supersticiones que haba sido empujado a creer. Estaba aprendiendo que
la limpieza no haba sido ms que un barrido en el que haba metido el polvo y la
suciedad debajo de las alfombras... deberan pasar aos antes de que la limpieza fuera
completa, antes de que el fresco aire de la razón soplara en todas las habitaciones.
De acuerdo, me dije a m mismo, si me encuentro con uno de esos par... no,
camaradas, intercambiar el reconocimiento con l y ser educado... tanto como l
sea educado conmigo! En aquel momento no vi nada hipócrita en mi reserva mental.
Zeb se echó hacia atrs, fumando, y me dejó cocerme a fuego lento. Yo saba que l
estaba fumando y l saba que yo lo desaprobaba. Pero era un pecado menor y, cuando
compartamos la misma habitación en los alojamientos de Palacio, nunca se me haba
ocurrido delatarlo por ello. Incluso saba que la sirvienta de la habitación era quien le
suministraba el tabaco.
- Quin te suministra el tabaco ahora? - le pregunt, deseando cambiar de tema.
- En? Bueno, puedes comprarlo en el economato, por supuesto. - Mantuvo en alto
aquella porquera y la miró -. Estos cigarrillos mexicanos son ms fuertes de lo que me
gusta. Sospecho que ponen en ellos autntico tabaco, en lugar de las barreduras de
puente a las que estaba acostumbrado. Quieres uno?
- En? Oh, no, gracias!
Sonrió sarcsticamente.
- Vamos, adelante, chame tu habitual reprimenda. Har que te sientas mejor.
- Mira, Zeb, no estaba criticndote. Supongo que simplemente es otra de las muchas
cosas sobre las que estoy equivocado.
- Oh, no. Es un hbito sucio y asqueroso que arruina mi aparato respiratorio y mancha
mis dientes y finalmente me matar de un cncer de pulmón. - Inspiró profundamente,
dejó que el humo brotara por las comisuras de su boca, y pareció profundamente
satisfecho -. Pero simplemente resulta que me gustan las costumbres sucias y
asquerosas.
Lanzó otra bocanada.
- Pero no es ningn pecado, y mi castigo por ello est aqu y ahora, en el mal sabor
que tengo en la boca cada maana. El Gran Arquitecto no va a enviarme al infierno por
ello. Quieres uno, muchacho? No hay nadie observndonos.
- No hay necesidad de ser sacrlego.
- No lo estaba siendo.
- No, eh? Te ests burlando de una de las ms fundamentales, quiz la ms
fundamental, proposiciones de la religión: la certeza de que Dios lo est viendo todo!
- Quin te lo dijo?
Por un momento todo lo que pude hacer fue farfullar.
- No es necesario que me lo diga nadie. Es una certeza axiomtica. Es...
- Te repito: quin te lo dijo? Mira, me retracto de lo que he dicho. Quizs el Altsimo
est observndome fumar. Quizs es un pecado mortal y debido a ello arder por los
siglos de los siglos. Quiz. Pero quin te lo dijo? Johnnie, has alcanzado el punto en 3!
que ests intentando derribar al Profeta y colgarlo del rbol ms alto que encuentres. Sin
embargo, ests intentando reafirmar tus propias convicciones religiosas y utilizarlas como
piedra de toque para juzgar mi conducta. As que te repito: quin te lo dijo? En qu
montaa estabas inmóvil cuando el rayo bajó de los cielos y te iluminó? Qu arcngel te
trajo el mensaje?
No respond inmediatamente. No poda. Cuando lo hice fue una sensación de shock y
de fra soledad.
- Zeb... creo que finalmente te comprendo. Eres... ateo, verdad?
Zeb me miró framente.
- No me llames ateo - dijo con lentitud - a menos que realmente ests pretendiendo
crearte problemas.
- Entonces no lo eres? - Sent una oleada de alivio, aunque segua sin comprenderle.
- No, no lo soy. Pero eso no es asunto tuyo. Mi fe religiosa es algo privado entre yo y mi
Dios. Cules son mis creencias internas es algo que debers juzgar por mis acciones...
puesto que no eres invitado a preguntarme respecto a ellas. Ni t ni nadie... ni el Maestro
de la Logia... ni el Gran Inquisidor, si llegara el caso.
- Pero crees en Dios?
- Ya te lo dije, no? Aunque no es asunto tuyo preguntrmelo.
- Entonces debes creer en otras cosas?
- Por supuesto que s! Creo que un hombre tiene obligación a ser compasivo con el
dbil... paciente con el estpido... generoso son el pobre. Creo que est obligado a dar su
vida por sus hermanos, si es requerido a ello. Pero no me propongo probar ninguna de
esas cosas; se hallan ms all de toda prueba. Y tampoco te pido que creas en lo mismo
en que creo yo.
Dej escapar un suspiro.
- Me siento satisfecho, Zeb. [ Pobierz całość w formacie PDF ]

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